ALGUNOS RECUERDOS SOBRE LA FAMILIA LLAMAS
El recio tronco que sustenta las frondosas ramas de la orgullosamente familia Llamas, lo conforman José María
Llamas y María del Refugio González, tus bisabuelos paternos, mi querida Beatriz.
Don José María nació en Jerez, Zacatecas, y doña Cuquita en Encarnación de Díaz, población del estado de
Jalisco conocida popularmente como La Chona. Desgraciadamente, carezco de referencias acerca de sus padres, abuelos, bisabuelos
y tatarabuelos. Quizás en el registro civil y en los archivos eclesiásticos de ambos poblados se podría investigar más sobre
el origen de sus antepasados.
Este bien avenido y ejemplar matrimonio procreó 17 hijos, de los cuales sobrevivieron 14, a saber: Ramiro,
Federico, José (tu abuelito), Rodolfo, Remberto, Fidel, Rafael, Concha, Otila, María, Rogelio, Lola, Raúl y Raquel (mi mamá).
Los dos últimos cuates, que no gemelos. Todos estos Llamas de la primera generación han fallecido. El más joven de ellos,
Remberto, de casi 90 años de edad, el año pasado en Los Angeles, donde vivía. Sobra decir que a todos los conocí y guardo
un recuerdo imborrable de ellos.
Estos 14 tíos dieron vida, hasta donde estoy enterada, a ¡79 primos hermanos!, entre los cuales nos contamos
tu papá Mario Llamas Sandoval y yo, María del Refugio González Llamas. Y estos primos, a su vez, a quién sabe cuántos más.
Y así sucesivamente. Por lo que a mí toca, tengo cuatro hijas y siete lindos y preciosos nietos. La mayor de mis nietas tiene
23 años y el último, un varoncito, nació el pasado miércoles 27 de marzo de este 2002.
Don José María y doña Cuquita se dedicaron al comercio y la mayor parte de su vida la pasaron en Jalpa, donde
eran respetados por sus vecinos y la gente en general, pues eran personas bondadosas, honestas, trabajadoras y tranquilas.
Ayudaban a sus prójimos en la medida de sus posibilidades.
Don José María era dueño de varias propiedades y doña Cuquita, por su parte, tenía su tienda y era muy conocida
y querida por la gente, pues tenía innata la virtud de la caridad. Fue una de las iniciadoras de las artesanías hiladas a
mano que ella les nombraba macazares, y las vendía en la frontera con Estados Unidos, principalmente Ciudad Juárez, a donde
viajaba a menudo. Estos macazares eran unas carpetas que se ponían en los muebles, realzándolos. Eran muy apreciados por los
norteamericanos y los adquirían con gusto. Desgraciadamente, al término de la II Guerra Mundial se vino abajo este negocio
que ya era manejado por mi mamá, quien, por ser la más joven de las mujeres, fue la que más tiempo vivió con mi abuelita
Doña Cuquita era una mujer de mucho carácter, sumamente activa y con gran visión para los negocios. Se trasladó
a Aguascalientes con algunos de sus hijos porque quería que estudiaran. Hacer ese viaje, en aquellos tiempos, era toda una
proeza, pues el recorrido era a caballo y duraba dos días. A ella le tenían acondicionada una mula muy especial, pues mi abuelita
era un poco gordita.
Además de gordita, doña Cuquita no veía bien. Tenía miopía muy avanzada de suerte que, según me cuentan mis
tíos, cada noche pasaba a revisar que todos sus hijos estuvieran en sus camas, y ellos, mis tíos, cuando se iban a los bailes
rellenaban sus camas con almohadas, semejando estar acostados y dormidos y mi abuelita no se daba cuenta de este truco.
Mi prima Tila Llamas, hija de mi tío Federico, conserva las fotografías de mis 14 tíos y de mis abuelitos.
Ella vive en Jalpa.
Se dice que los Llamas eran archiconocidos en Jalpa ¡Desde luego! La casa de mis abuelos –que todavía
existe, mas no la original-- ocupaba un gran terreno en pleno centro del pueblo y justo frente a la plaza municipal, donde
se desarrollaban todos los festejos cívicos a lo largo del año, así como la tradicional fiesta de Diciembre en honor al Santo
Señor de Jalpa, patrón del pueblo.
Mis ocho tíos y mis seis tías tenían amigos y amigas a diestra y siniestra, y si incluimos a los sirvientes
que se ocupaban de los quehaceres de la casa, podríamos decir que en ella cabía ¡todo un ejército!
Imagínate, Beatriz, una mesa donde desayunaban, comían y cenaban 14 hijos y el matrimonio Llamas. La alharaca debe haber
sido de aquellas.
Estos son, a vuela pluma, algunos recuerdos de la numerosa familia Llamas.
Mis hijas y yo te enviamos saludos cariñosos.
María del Refugio González Llamas de Vázquez.